El capítulo 18 de Mateo es para leer en bloque, sin cortes ni anuncios. Es imagen de la comunidad cristiana, con su realismo divino y humano. No se ahorra ni por un lado, ni por otro, y se pone en tensión toda su complejidad. Lo que más ayuda, en verdad, es tener a Jesús presente y hablando, a Dios vivo y verdadero en medio, a los hermanos como hermanos, y todos con vocación de pequeños.

¿En qué nos fijamos hoy? ¿En el que necesita ser corregido o en el que ama corrigiendo? ¿Dónde está el Evangelio? Mi respuesta: en la necesidad que todos tenemos de ser salvados. Aquí no hay quien se salve, sin Dios. Y el hermano algunas veces es presencia y, no pocas, es también su ausencia más dolorosa. Lo de «dos o tres reunidos», que sepamos que realmente tendríamos que decir «don o tres que caminan juntos». Nada más lejos del inmovilismo de la Ley. «En nombre de Jesús, en nombre de Dios» no es en nombre de «la tradición», ni «la costumbre». Es en su Presencia, en diálogo siempre con Él.

(Tercer párrafo: se me va de las manos el blog.) Nótese la ironía del número. Algo tan pequeño como dos o tres hermanos, algo tan familiar. Algo tan reducido, escaso, tan «Resto de Israel». La complejidad de la Iglesia, y aquí está lo que considero broma evangélica, es que no tiene nada que ver con estos números. Jesús y sus matemáticas… Dios y lo innumerable… Me parece un detalle que nos debería cuestionar más incluso que todo lo anterior.

 Mateo (18,15-20):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

Palabra del Señor